Te escribo estas palabras porque ya es tarde para hablar contigo. Es tarde ya, pero aún me quema por dentro lo que siento al pensar en tí. De pronto, no puedo empezar diciendo "Querida madre" ni por asomo emplearía esa palabra. Y como verás, me tube que buscar la vida yo sola. Nunca dije en voz alta lo que me pasaba por dentro, lo que pensaba de tí, pero ahora lo voy a hacer. No quiero ser por más tiempo la niña sufrida. Soy hija de una madre que se le olvidó de querer a su hija, y por no cargar todas las tintas sobre tí, diré que también soy hija de un padre cobarde, marchista y maltratador.
Bueno, me estoy yendo por las ramas. Lo que quiero decirte, que sepas, es que he odiado siempre tu actitud de madre frustrada, toda mi vida he luchado por sobrevivir y no parecerme a tí.
Nunca te perdonaré que fueras el eje del conflicto entre tú y mi padre, que tu frustración te llevara a no ser feliz hasta que los demás no éramos tan infelices como tú. Y por eso machacaste a todos, incluso al que más favorecías, a tu propia familia. Las peleas en casa eran contínuas, de todos contra todos, y tú en el papel de pobre víctima. Un día me rebelé contra tod@s, no podía aguantar más....
por qué me tenía que pasar esto a mi, me sentía herida y sola.
Acaricié varias veces la idea del suicidio (soy muy miedosa al dolor). En aquella época de adolescente pensaba que todas las familias eran iguales, pero descubrí que no, que la que no era normal era la mía. Hubiera dado gracias si no hubiérais sido mis verdaderos padres. Era yo la que me sentía ajena a vosotros y a vuestras eternas disputas y peleas.
Así ha sido desde hace mucho tiempo, y si ahora te escribo estas palabras es por que lo necesito decir, para poder intentar quitarme ese dolor que tengo muy adentro.
Bueno, me estoy yendo por las ramas. Lo que quiero decirte, que sepas, es que he odiado siempre tu actitud de madre frustrada, toda mi vida he luchado por sobrevivir y no parecerme a tí.
Nunca te perdonaré que fueras el eje del conflicto entre tú y mi padre, que tu frustración te llevara a no ser feliz hasta que los demás no éramos tan infelices como tú. Y por eso machacaste a todos, incluso al que más favorecías, a tu propia familia. Las peleas en casa eran contínuas, de todos contra todos, y tú en el papel de pobre víctima. Un día me rebelé contra tod@s, no podía aguantar más....
por qué me tenía que pasar esto a mi, me sentía herida y sola.
Acaricié varias veces la idea del suicidio (soy muy miedosa al dolor). En aquella época de adolescente pensaba que todas las familias eran iguales, pero descubrí que no, que la que no era normal era la mía. Hubiera dado gracias si no hubiérais sido mis verdaderos padres. Era yo la que me sentía ajena a vosotros y a vuestras eternas disputas y peleas.
Así ha sido desde hace mucho tiempo, y si ahora te escribo estas palabras es por que lo necesito decir, para poder intentar quitarme ese dolor que tengo muy adentro.
Te he leído no voy a decir que me gusta lo expuesto pues sería más agradable saber que no hay infancias desdichadas por la inmadurez, por el despotismo, por la insensibilidad… y añadiría muchas más cosas porque aunque hablo en términos generales, este texto me llega con dureza porque fue a ti a quien ataño tanto dolor. Me gusta, sin embargo, si ello, expresar tus sentimientos, consigue liberar tu alma del dolor del pasado. Me gustará en otro momento compartir algunos pequeños sentimientos análogos que lo haré en tu blog aunque leyendo tus palabras me camino no fue de espinas, sino de rosas. TE QUIERO.
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